Para la Pascua cristiana se consumen huevos de pascua y rosca de pascua. En tanto que para Semana Santa, fechas en que la Iglesia católica exige ayuno de carnes salvo las de pescados, son típicas las empanadas de vigilia (principalmente las rellenas de atún), y guisados con merluza, bacalao o, en su defecto, cazón.
Te presentamos algunas recetas más características de Semana Santa para que elabores durante estos días:
La Semana Santa la vamos a pasar en casa por culpa de la pandemia de coronavirus. Procesiones y eventos propios de estas fechas han sido aplazados; pero lo que no hace falta aplazar son los platos típicos. Semana Santa se relaciona con tradición, recogimiento y ayuno, algo que también se ha manifestado a lo largo de los siglos y hasta nuestros días, en los platos típicos que se elaboran en estas fechas. Todos tiene algo en común: no hay carne.
En los días de Semana Santa (y cada viernes durante la Cuaresma) son muchas las personas que evitan comer carne, por representar esta el cuerpo de Jesucristo en la Cruz. La tradición manda y hoy os traemos diez platos típicos de Semana Santa que podéis preparar sin salir de casa.
Sopas de ajo, un plato reconstituyente
De origen castellano, las sopas de ajo son algo que no debe faltar en los menús de Semana Santa. También llamada ‘sopa castellana’, se comía sobre todo en épocas de escasez por sus altos nutrientes.
Hay numerosas variantes de este plato y muchas de ellas llevan carne; pero como estamos pensando en platos típicos para la Semana Santa, os dejaremos la receta original, que es muy sencilla de hacer. Simplemente se necesita un cuenco de barro – fuente u olla – que será en dónde mejor se cocinen.
Los ingredientes necesarios son: pan (normalmente se utiliza el pan de días anteriores, pues este ya no se puede comer), ajos, agua, aceite, pimentón, huevos y sal. En la cazuela de barro, con un poco de aceite, se rehogan los dientes de ajo enteros y se añade el pan en rebanadas, pimentón, agua y sal y se deja cocinar aproximadamente 10 minutos. Pasado ese tiempo, se añaden un par de huevos que irán haciendo encima de la sopa. Cuando la yema esté blanca es que ya están listas. La cantidad de ajo o pimentón es a gusto del consumidor.
Unas sopas más fuertes llevarán más ajo y unas más ligeras, menos. Igualmente pasa con el pimentón, que se puede elegir picante o dulce, como más guste.
Estas sopas son muy típicas en las procesiones de Castilla y León. En las denominadas ‘madrugadas’ (procesiones de madrugada de Viernes Santo) de ciudades como Palencia o Zamora se termina la noche comiendo las típicas sopas de ajo. Al ser un plato que no se consume en muchas ocasiones, se ha puesto de moda también para otras ocasiones, como la madrugada del Año Nuevo, como reconstituyente después de toda una noche de fiesta.
Patatas viudas a la riojana, un manjar
Las patatas viudas son otro de los platos típicos de Semana Santa. Se llaman ‘viudas’ por la ausencia de carne, y se elaboran como unas patatas a la riojana normales. Los ingredientes necesarios son 1 kilo de patatas, medio pimiento y media cebolla, dos dientes de ajo, pimentón, aceite, sal y una hoja de laurel. La elaboración es muy sencilla: se trocean las patatas cascándolas, es decir, dejando que la rotura final de cada trozo sea a mano; se pica la cebolla, el pimiento y el ajo y se doran en una cazuela. Cuando estén algo hechas, se añaden las patatas y se rehogan.
Se añade el pimentón y la sal y se cubren con agua dejándolas cocer aproximadamente unos 40 minutos, con una hoja de laurel para que le de algo más de sabor. Una vez listas se añade un poco más de pimentón y un chorrito de aceite de oliva antes de servir. Es un plato típico de Semana Santa porque resulta muy económico y ligero, pero aporta también ingredientes muy saciantes.
Bacalao al pil pil, la tradición hecha comida
En Semana Santa no puede faltar un buen plato de bacalao. Se elabora de todas las formas posibles y es probable que en vuestras casas tengáis una manera propia de cocinarlo. Os indicamos una de las recetas más tradicionales para estos días: el bacalao al pil pil. Su elaboración es sencilla. Como ingredientes se necesitan: 2 trozos de bacalao (es la temporada de este pez, por lo que los precios resultan más económicos); 5 dientes de ajo, media guindilla (o 2 cayenas) y aceite de oliva virgen extra. Se rehogan los ajos en una sartén y se apartan, se hace lo mismo con la guindilla troceada en cuatro partes. En el mismo aceite, se cocina el bacalao previamente desalado, cuatro minutos por cada lado, comenzando por la zona en la que tenga piel. Después de haberlo rehogado, el bacalao habrá soltado una gelatina que flotará sobre el aceite. Se separa la gelatina del aceite y se reserva.
Es el momento de elaborar la salsa: se vierte la gelatina poco a poco con un colador en una cazuela grande y se remueve; después se añade un poco de aceite y se echa el resto de la gelatina de bacalao, esperando a que se haga una salsa espesa.
Cuando esté lista se añaden los trozos de bacalao y se calientan bien. Este plato proviene de la cocina vasca y se suele cocinar también en cazuela de barro, como tradicionalmente se hacía. Pero, ¿sabéis por qué se le dice al ‘pil pil’? Según una teoría porque es el ruido que hacen las burbujas del pescado al cocinarlo aunque otra de las teorías asegura que se debe a la guindilla – ingrediente más típico para elaborarlo – cuyo nombre en swahili es ‘piri-piri’. En cualquier caso es un plato espectacular para estos días.
Potaje de garbanzos y espinacas, perfecto para las madrugadas
¿Qué sería de la Semana Santa sin un buen potaje? Es uno de los platos que más se cocinan durante estos días. Se preparan de diferentes maneras pero esta es la receta de un plato que viene haciéndose desde el medievo y que tiene como ingrediente principal el bacalao en salazón.
Después de haber dejado desalar el bacalao convenientemente tan sólo se necesitan unos pocos ingredientes para elaborar este suculento plato: bacalao, garbanzos y espinacas o en su variante alubias blancas, 2 cebollas, 4 dientes de ajo, 1 rebanada de pan, sal, pimentón y aceite de oliva. Hay que recordar que tanto las alubias como los garbanzos hay que dejarlos previamente en remojo para que se cocinen más fácilmente. El procedimiento es el común para un potaje cualquiera.
Se rehogan los ajos y las cebollas y se añade para su cocido los garbanzos y las espinacas o alubias (hay que tener en cuenta que tanto los garbanzos como las alubias tardan bastante en cocinarse, por lo que lo mejor es utilizar una olla a presión). Se añade la rebanada de pan y los condimentos y se deja cocer, cuando le falten apenas 5 minutos se añade también el bacalao desmigado. Un buen plato de cuchara que será un buen reconstituyente después de las numerosas procesiones.
Torrijas, el postre perfecto.
No podía faltar el postre más típico de todos. A pesar de que se pueden preparar durante todo el año, es en esta época en la que más se comen. ¿Quién no se ha dejado tentar por unas buenas torrijas después de una sopa o de un suculento plato de bacalao? Además de ser un plato estupendo, se puede preparar en familia. Hasta los más pequeños pueden echar una mano. Los ingredientes necesarios son: una barra de pan duro, 1 litro de leche, 3 huevos, un limón, 2 ramitas de canela, aceite de oliva, canela molida y azúcar. La preparación es muy sencilla: se hierve la leche con una rama de canela y la corteza del limón, cuando esté hirviendo se retira y se pasa por un colador. El pan se corta en rodajas gorditas y se extiende en una fuente en la que se verterá la leche (cuando esté fría) hasta cubrirlas por completo.
Cuando las rebanadas de pan estén bien empapadas se retiran y se pasan por el huevo batido y se fríen en aceite abundante. Antes de servir, se escurren bien en papel absorbente y se rebozan bien en una mezcla de azúcar y canela.
El origen de las torrijas es muy curioso: ya se tiene referencia de las primeras recetas en el año I d. De C. Pero es en el siglo XV cuando empiezan a elaborarse de la forma que conocemos actualmente. Se comían en época de dificultades económicas porque resultaba un plato muy barato y con muchos nutrientes. Era un plato especialmente destinado a las mujeres que habían dado a luz, por su alto contenido en azúcar y como reconstituyente. Fue sólo siglos más tarde cuando se empezaron a elaborar en época de Cuaresma para suplir la falta de nutrientes de la carne o en días de ayuno.
Buñuelos de viento, una dulce tradición
Otro de los postres más típicos de la Semana Santa son los buñuelos de viento. Este dulce se puede degustar durante todo el año pero es especialmente frecuente en esta época. Uno de sus puntos fuertes es que lleva ingredientes que se suelen tener en casa para elaborar postres: harina, agua, aceite, leche, azúcar, levadura, huevos, una pizca de sal y mantequilla.
Nos ponemos manos a la obra mezclando primero la harina con la levadura mientras en una olla ponemos a hervir un cuarto de litro de agua con la mantequilla, la corteza de un limón y sal. Añadimos la harina y obtendremos una masa espesa que pondremos a reposar fuera del fuego cinco minutos. A continuación, añadimos cuatro huevos, de uno en uno, mezclando toda la masa de cada vez. Ya solamente nos queda hacer bolitas de masa y freírlas en abundante aceite caliente.
Al igual que con las torrijas, los buñuelos se colocan sobre papel absorbente y se pasan por azúcar antes de que se enfríen. En algunos lugares es habitual rellenarlos de nata o de crema pastelera pero solos también están deliciosos.
Sancocho, tradición canaria de Semana Santa
La receta canaria por excelencia para Semana Santa es, sin duda, el sancocho. El Viernes Santo es el día en que tradicionalmente en los hogares se cocina este plato que se debe comer en familia y del que no se tiene claro su origen. El ingrediente principal del sancocho es el cherne salado, un tipo de pescado similar al mero y que es propio de las aguas canarias.
Existen variaciones de la receta dependiendo de la zona pero lo habitual es que lleve papas (patatas), batatas y sal, pella de gofio, azúcar, vinagre, mojo y aceite para condimentar. Lo primero que debemos hacer es poner el cherne a desalar en agua, como mínimo, 12 horas antes. Si te gusta la comida poco salada, hazlo hasta dos días antes. Llegado el momento de la preparación debes poner al fuego el cherne con las papas y las batatas cortadas en trozos y sin sal. Cuando las papas estén hechas se retira todo del fuego y se deja reposar 10 minutos, tras los que se escurre el agua. Tras añadirle aceite y vinagre al cherne al gusto, se sirve con las papas y las batatas y acompañado de pella de gofio y/o de mojo verde.
La pella de gofio es también un plato propio de Canarias consistente en un amasado que tiene al gofio, similar a la harina, como principal ingrediente. ¿Te animas a probarlo?
Tortillitas de camarones, sabor a sur
Una receta deliciosa, fácil de elaborar y que conquista a grandes y a pequeños. Las tortillitas de camarones son típicas del sur, especialmente de Andalucía, y en Semana Santa se degustan más que nunca para evitar la carne y cumplir la vigilia. Como ingredientes debemos tener unos 200 gramos de camarones, 100 gr de harina de garbanzo y 100 gramos de harina normal, media cebolla, un vaso de agua, sal, perejil y aceite. Comenzamos por picar el ajo y la cebolla de manera muy fina. En algunas recetas de las tortillitas se recomienda sofreírlos antes y en otras no, por lo que puedes escoger la manera que prefieras. En un recipiente mezclamos harina y agua y le agregamos huevo antes de batir todo. Después es el momento de añadirle la cebolla, el ajo y el perejil que también hemos picado finamente. Mezclamos de nuevo y añadimos los camarones con un poquito de sal. La masa resultante será la materia prima que empleemos para freír en la sartén, con la medida de una cuchara.
Dejamos que se doren por ambas caras y después las dejamos sobre papel para que absorba los restos de grasa. Esta receta de Semana Santa puede ser alterada con migas de bacalao en lugar de camarones.
Hornazo, un clásico para pecar
A la hora de hablar de recetas propias de esta época no podemos saltarnos al hornazo. Podríamos describirlo a grosso modo como una especie de empanada que habitualmente se rellena de productos de chacinería. El hornazo se hace por diversas zonas de España y cada una tiene sus peculiaridades pero en Semana Santa se suele tomar más que nunca. Debemos tener en cuenta que en algunos sitios llaman hornazo a un dulce, no nos vayamos a llevar un susto. Para elaborar el hornazo nos vamos a inspirar en el hornazo castellano. Un día muy especial en el que se degusta es el Lunes de Aguas, el lunes después de Semana Santa y que se celebra en Salamanca con una comida al lado del río para romper la penitencia y la norma de no comer carne durante la Semana Santa.
Los ingredientes básicos son harina, levadura de panadería, leche, agua, azúcar, aceite, manteca, huevo y sal para la masa y lomo, chorizo, panceta y huevo para el relleno. Tras obtener una masa homogénea, se debe tapar media hora dentro de un bol para que aumente su tamaño. Después, dividimos la masa en dos y de cada parte retiramos un poco que irá destinado a hacer las rejas que decoran la parte superior. Estiramos ambas partes y sobre la base colocamos lomo, chorizo y jamón y si se desea, huevo cocido. Tapamos con la otra parte y colocamos la rejilla característica que podemos hacer con tiras finas de masa y un cuchillo. Pintamos con huevo batido la masa para que se dore y ¡al horno! El resultado está muy rico, contundente y se conserva varios días.
Pestiños, un dulce final
Uno de los postres más tradicionales de Semana Santa son los pestiños. Se cree que en la Antigua Roma ya se tomaban unos dulces similares hechos con manteca, aunque a España llegaron directamente por la herencia morisca. Como sucede con las recetas que se dan en diferentes comunidades, hay muchas variedades en su preparación. Se pueden acabar con azúcar glass por encima, con canela o con miel, añadir limón o naranja en los ingredientes o hacerlas con forma cuadrada o de lazo. El resultado seguirá siendo muy apetecible. Los ingredientes para hacer los pestiños son harina, manteca de cerdo, aceite de oliva, agua, vino blanco, sal, anís estrellado y la cáscara de un limón o de una naranja. El primer paso es freír la cáscara del cítrico con el anís para darle sabor al aceite. Sobre la harina echamos agua, sal y vino y mezclamos. Añadimos manteca y dejamos reposar dos horas en un bol. A continuación deberemos estirar la masa y darle la forma que deseemos, habitualmente, de lazo.
Ya solo nos queda freírlos en el aceite caliente (que habremos colado previamente) y dejarlos sobre papel de cocina.
El remate también va a gusto del consumidor, pero lo más tradicional es bañarlos en miel. ¡Para chuparse los dedos!
Tras este delicioso repaso por algunas de los platos típicos de Semana Santa solamente queda decidir cuál vamos a probar. Ve comprando los ingredientes, cogiendo el delantal y las manos a la masa.
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