miércoles, 2 de junio de 2021

SOMOS CURIOSOS. LA PUERTA DE TOLEDO, LA ÚLTIMA QUE INVITABA A ENTRAR EN MADRID.




La Puerta de Toledo comenzó a proyectarse en 1813, durante el reinado de José Bonaparte. Tras la expulsión de los franceses el proyecto fue reconvertido y orientado a la conmemoración de la llegada de Fernando VII, el Deseado. 

Hoy es uno de los monumentos más significativos y conocidos de la capital.

El Madrid medieval estaba amurallado. Para acceder a su interior los viajeros tenían que atravesar accesos denominados ‘puertas’. 

La actual Puerta de Toledo, en el barrio de La Latina, es la cuarta que recibió esta denominación .Las anteriores estuvieron ubicadas muy cerca, pero iban moviéndose a medida que la ciudad iba creciendo.

La Puerta de Toledo que conocemos hoy es un arco de triunfo como conmemoración de la independencia española tras la ocupación francesa. Además, fue la última puerta monumental levantada en Madrid. 

Su construcción fue pensada para dar acceso a la ciudad a los caminantes que llegaban por el Camino Real del Manzanares. Nada más cruzar el río aparecía majestuosa ante sus ojos.



Una puerta “pesada“

Su construcción se encargó al arquitecto Antonio López Aguado, que utilizó granito y piedra de Colmenar. El estilo neoclasicista, y se terminó en 1827. Está compuesta de tres arcos. 

Los dos laterales son de estructura cuadrada y el del medio es de medio punto. Además, el monumento cuenta con vanos flanqueados por media columna. El arco central tiene capiteles jónicos y los otros dos poseen pilastras jónicas.

El monumento mide 29 metros de alto por 28 de ancho. En general, su aspecto es muy pesado, en comparación con la Puerta de Alcalá, construida medio siglo antes y con cinco arcos en vez de tres. Por este aspecto tan robusto fue objeto de burlas. 

Algunas canciones satíricas que circulaban por la capital la comparaban con “un elefante de piedra cebado con adoquines”.

Conjunto escultórico

En su parte superior la Puerta de Toledo muestra un conjunto escultórico en piedra diseñado por José Ginés y esculpido por Ramón Barba y Valeriano Salvatierra. 

En la cara que mira al río Manzanares las esculturas representan el poder de la monarquía española en los dos hemisferios. El conjunto se completa con las alegorías de las Artes y las Provincias, protegidas por la Patria.

Además, las esculturas se completan con varios trofeos militares, como armaduras, escudos o cañones, que simbolizan el triunfo en la Guerra de la Independencia. En cambio, en el lado del monumento que mira hacia el centro de Madrid se muestra el emblema de la villa sostenido por dos genios.

Cápsulas del tiempo

Como curiosidad, la Puerta de Toledo ha albergado a lo largo de su historia varias cápsulas del tiempo enterradas a sus pies. La primera de ellas fue guardada en 1813 e incluía varias monedas de la época, guías de Madrid, calendarios y la Constitución del gobierno de José I.

Con la marcha de los franceses, Fernando VII mandó quitar el antiguo texto constitucional. Fue sustituido por la Constitución de 1812 y varias medallas. 

Sin embargo, después de abolir esta Constitución, el texto constitucional fue desenterrado de nuevo y sustituido por un diario de la época y un almanaque.

La inscripción conmemorativa

La Puerta de Toledo luce una inscripción en latín, tanto por la parte delantera como por la trasera del monumento. Reza así: “A Fernando VII, el Deseado, padre de la Patria, restituido a sus pueblos, exterminada la usurpación francesa, el Ayuntamiento de Madrid consagra este monumento de fidelidad, de triunfo y de alegría”.

La rehabilitación realizada por el Ayuntamiento en 1995 hace que se pueda observar claramente la leyenda inscrita. Sin embargo, las necesidades de urbanización del Madrid moderno hicieron necesario un túnel bajo la Puerta de Toledo. 

El terreno cedió levemente, deformando uno de los arcos, aunque su desviación no pone en peligro el monumento y apenas se puede apreciar.




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