miércoles, 9 de junio de 2021

EL NERVIO VAGO. SU IMPORTANCIA EN LA SALUD FISICA Y MENTAL



Bajo este curioso nombre, se esconde uno de los nervios más importantes y complejos de nuestro organismo, con funciones, no sólo indispensables para el buen funcionamiento de nuestro organismo, sino también para nuestro bienestar, tanto físico como anímico.

El nervio vago, también conocido como nervio neumogástrico, es el décimo de los doces pares de nervios craneales que tenemos y tenemos uno a la derecha y otro a la izquierda. Nace en el bulbo raquídeo y se extiende y conecta la faringe, el esófago, la laringe, la tráquea, los bronquios, el corazón, el estómago, el páncreas y el hígado, y otras vísceras, como los riñones y los intestinos.

Su importancia en la salud física y mental

La importancia de este nervio en nuestro organismo se debe a sus funciones, entre las que destaca su papel en el sistema nervioso autónomo, que controla las funciones corporales involuntarias, como la frecuencia cardíaca, la respiración, la digestión o el funcionamiento del sistema urinario. El buen funcionamiento de estos órganos, es, sin duda, indispensable para tener una buena salud física.

Pero, además, su funcionamiento también afecta de manera directa a nuestra salud mental, pues es el conducto principal del sistema nervioso parasimpático, encargado, entre otras cosas, de preparar al cuerpo para el descanso, es decir, de mantener la calma y mantener, por tanto, a raya el estrés y la ansiedad. Esto se debe a que mantiene la frecuencia cardiaca y la tensión arterial bajas, un patrón respiratorio más calmado y una actividad cerebral con menor excitación.

De esta manera, se controlan también algunos neurotransmisores, como norepinefrina y acetilcolina, y se contribuye a la reducción de la inflamación y al fortalecimiento de las defensas frente al estrés. Algunos científicos sugieren también que tiene alguna relación con los receptores de oxitocina, llamada ‘hormona del amor’ porque, entre otras cosas, favorece la confianza y los vínculos positivos.

Qué pasa cuando falla

El nervio vago puede funcionar incorrectamente por varios motivos, como tumores, traumatismos, daños en el encéfalo, enfermedades neurodegenerativas, autoinmunes, diabetes mellitus… Las consecuencias de este mal funcionamiento es un tono vagal bajo, lo que puede traducirse en todo tipo de dolencias, desde leves hasta más graves, como dificultad para tragar, migrañas, ronquera, retención de líquidos, desórdenes digestivos, presión arterial alta, artritis, epilepsia... y otras de tipo psicológico o psiquiátrico, como ansiedad, estrés, depresión, tendencia a adicciones… y un largo etcétera.

En cambio, un tono vagal alto, es decir, el buen funcionamiento de este nervio, se relaciona con las emociones positivas y buena salud física.

Puesto que, a mayor tono del nervio vago, mayores posibilidades de disfrutar de una buena salud mental y física, merece la pena intentar que este en las mejores condiciones.

Cómo estimular el nervio vago

Cuando existe una patología que se sospecha que podría estar relacionada con un bajo tono vagal, se puede llevar a cabo lo que se conoce como estimulación del nervio vago (ENV), una técnica para activar las neuronas mediante electroestimulación. Esto se hace a través de un dispositivo que puede implantarse quirúrgicamente o de forma externa.

Este tratamiento se recomienda en algunos casos de epilepsia, depresión crónica y difícil de tratar o pacientes con convulsiones que no responden a otro tipo de tratamientos.

Además, en los últimos años, se está investigando esta técnica como posible tratamiento de otras dolencias y patologías, como cefaleas, artritis reumatoide, enfermedad inflamatoria intestinal, trastorno bipolar, obesidad o alzhéimer, pero todavía no hay pruebas concluyentes de su eficacia

Cabe decir que hay quien logra estimular el nervio vago gracias a un buen fisioterapeuta especializado en el tema. Mediante una serie de determinados masajes en zona de la boca del estómago puede activarse la acción del nervio vago para experimentar una grata sensación de calma y aliviar así, los espasmos intestinales asociados a los estados de ansiedad.

Por otro lado, un buen modo de lograrlo es mediante la respiración diafragmática. Actúa como una buena herramienta de relajación cotidiana, y en caso de practicarla a diario, percibiremos también menos sensaciones de amenaza, mejores digestiones, un mejor equilibrio interno y un descanso más reparador.

Asimismo, también existen muchas más estrategias que combinadas con la respiración profunda o diafragmática, nos pueden servir de ayuda:

· Ejercicio aeróbico moderado y practicado a diario.

· Conexiones sociales positivas y enriquecedoras.

· Practicar la meditación.

· Llevar un diario para favorecer el diálogo con uno mismo.

· El consumo de probióticos, ya que se ha descubierto que disponer de una flora intestinal sana y fuerte revierte también en la salud cerebral.

· Las duchas frías de pocos segundos.

· Practicar yoga.

· Dormir del lado izquierdo.

· Reír con frecuencia.

· Aumentar los niveles de serotonina y oxitocina…


Para concluir, tal y como hemos podido ver en este último listado, hay un aspecto que sin duda debe llamarnos la atención: el simple hecho de cultivar emociones positivas, como disfrutar de las buenas relaciones sociales, tener instantes de ocio, carcajadas y distensión, ofrece también un estímulo muy beneficioso en nuestro nervio vago.

No podemos olvidar que es en el propio intestino donde se fabrica entre el 80 y el 90% de la serotonina, la hormona del bienestar.

Tampoco podemos pasar por alto que el mero hecho de dibujar una sonrisa en el rostro, de bailar, de caminar, de nadar, etc., genera cambios metabólicos muy positivos. Cambios que este inmenso nervio, que “vaga” erráticamente por nuestro cuerpo, capta al instante para enviarle un mensaje muy concreto a nuestro cerebro: “todo está en calma, estamos bien”.

Definitivamente, hay hábitos que merece la pena desarrollar...
Ya saben, empiecen dibujando una sonrisa en esa cara bonita y 
¡¡¡a bailar!!! 

Hasta pronto :)

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