Como ya es conocido, tanto en esta sección, como en el propio Grupo de Senderismo de los Centros Municipales de Mayores de Chamartín, dedicamos una parte importante de nuestros paseos a conocer las colonias históricas de nuestro distrito.
Sin embargo, durante una de las reuniones de programación del grupo, surgió la idea de descubrir otras colonias históricas de Madrid. Y como os contamos en el anterior Pasea tu Ciudad, donde visitamos la Colonia de Bellas Vistas en Tetuán, en esta ocasión dirigimos nuestra mirada hacia el sur.
Y es así como nos propusimos visitar distintas colonias que se encuentran en el distrito de Salamanca y no muy lejos de nuestro Centros Municipal de Prosperidad-Santa Hortensia.
Es así como elegimos este centro como punto de partida de esta ruta. De la calle Santa Hortensia 15 dirigimos nuestros pasos hacia la calle Corazón de María, para lo que cruzamos la calle Clara del Rey antes. Al llegar desde Santa Hortensia a Corazón de María, nos encontramos a nuestra derecha un túnel que nos va a dirigir por debajo de la Avda. de América, al Parque de las Avenidas.
Tomamos la Avda. Camilo José Cela, y aunque en la ruta realizada callejeamos para caminar transversalmente, aquí os proponemos seguir esta avenida hasta la que confluye con la Avda de Bruselas. Giramos a la izquierda por esta avenida y la seguimos hasta que confluye con la calle Brescia que tomamos a la derecha. Esta calle en apenas 400 metros a la derecha nos llevará hasta la entrada a la primera de las colonias de hoy.
COLONIA DE CORREOS O DE LOS CARTEROS
Tras realizar las explanaciones necesarias, se dividió en cincuenta parcelas. El proyecto incluía "un grupo escolar, establecimiento de baños, campo de recreo para ejercicios al aire libre, cooperativa de Consumo, de Crédito y Bolsa de Trabajo.
A la colonia también se la denominó el “Grupo Thebussiano”, en honor al Doctor Thebussem (que da nombre a una de las calles), seudónimo de Mariano Pardo de Figueroa, escritor que fue nombrado cartero honorario por su defensa de la profesión.
Además de otra calle dedicada a Orcasitas, el dueño de los terrenos, la cooperativa propuso nombres como “Máxima Bondad” o “Máxima Belleza”, que finalmente perdieron el adjetivo para adoptar los nombres que tienen hoy en día.
Nuestro visita a esta pequeña pero bien conservada colonia nos permitió pasear todas sus bellas calles.
Por último, como dato anecdótico de nuestra visita a esta colonia, recordad que durante nuestra presencia, una de las vecinas de la colonia se percató de la presencia de nuestro grupo, y al preguntarnos y explicarle el motivo de nuestra visita, nos invitó amablemente, y casi obligatoriamente a visitar su casa que había sido reformada pero guarda toda la arquitectura de la colonia. Gracias a esta vecina, el espíritu vecinal sigue vivo. Vaya por ella esta mención.
Desde esta colonia que abandonamos por la calle Orcasita esquina calle Martínez Izquierdo, dirigimos nuestros pasos hacia nuestro siguiente objetivo. La Guindalera. Para ello, desde este último punto que os decimos, subimos la calle Martínez Izquierdo hasta su confluencia con la calle Rafael Bonilla, girando a la izquierda para tomarla. Esta calle tiene un tramo, al final de la misma que es peatonal y que nos da ya acceso a la Colonia de La Guindalera.
LA GUINDALERA
Hasta hace poco más de cien años, el solar de «La Guindalera» pertenecía al extrarradio de Madrid, en campo yermo o tierras de labor pertenecientes a particulares, que se enriquecieron con la fiebre de la construcción desatada a partir de 1874, año en que comienzan en el Archivo de Villa los expedientes de edificación de la zona, que suman sesenta y cinco licencias seis años después.
Empezó a poblarse a mediados del siglo xix como barrio satélite del ensanche del «Plan Castro», con asentamientos hortelanos que aprovecharon la conducción del ‘canalillo’ (acequia del Este, del sobrante del Canal de Isabel II).2 Más tarde creció con la creación del llamado Madrid Moderno, y de la Ciudad Lineal de Arturo Soria.34 Se encuentran en los límites de su perímetro el parque de Breogán, junto a la M-30, y el parque Eva Duarte en Manuel Becerra. La etimología del barrio puede provenir de un popular huerto de guindos regado por el arroyo Abroñigal que pasaba por las cercanías. El barrio tuvo una de las primeras líneas de tranvías madrileños.
A principios del siglo XIX esta zona Este de Madrid era una huerta con una extensa plantación de guindos, cuyos frutos se vendían para su conservación en aguardiente, llamada la «Huerta de Don Guindo», mole con que se conocía al propietario. La guardesa, de nombre Isabel, se hizo famosa en la capital porque surtía de esta fruta para compotas y almíbares a los conventos de monjas. Eso, al menos, es lo que dice la leyenda.
Pasados los años, entre 1860 y 1864, los propietarios de aquellas tierras de labor, condes de Sevilla y Villapadierna, entre otros, se constituyeron en Sociedad con el propósito de construir casas para vivienda, aprovechando el impulso municipal de la ampliación de Madrid conocida como «El Ensanche» o Plan Castro, de 1860.
El terreno fue dividido en pequeñas parcelas para solares, cuya venta osciló entre 0,5, 0,10 y 0,15 céntimos el pie cuadrado. En un principio, facilitaron la edificación regalando algunos solares a los albañiles que participaban en la construcción, para que allí levantaran sus casas.
Se abrió camino de herradura en Diego de León hasta Serrano, que se acababa de urbanizar. El resto del barrio de Salamanca, hasta la actual Francisco Silvela (antes Camino de Ronda) no era más que proyecto, sucediéndose lomas y campos yermos hasta los límites del ensanche. Entre los primeros habitantes de esta barriada, procedentes en su mayoría del noreste de España. se deben recordar los nombres de Juan el Montañés y Carabella la Aragonesa.
En mayo de 1874, la Comisión del Ensanche contestó no haber inconveniente para la solicitud de una «casa-ventorro» en La Guindalera, por la «escasa importancia de la obra y hallarse situada fuera del ensanche». Siete años más tarde, ya las instrucciones eran tantas que, a propuesta de la Asociación de católicos de la parroquia de San José, se concedió licencia para edificar «una nueva iglesia», en terrenos cedidos por el conde de Villapadierna.
La inmigración aragonesa en estas tierras debió ser determinante, por cuanto esta primera iglesia construida se puso bajo la advocación de la Virgen del Pilar, inaugurada el 12 de octubre de 1883, y fue levantada por suscripción popular, sobre planos realizados gratuitamente por el arquitecto Juan Bautista Lázaro.
Otras licencias del año 1881 se conceden para nuevas edificaciones en terrenos del mismo conde, de don José Antonio de Balenchana y del conde de Sevilla, estos «en el punto llamado La Calera, que atraviesa la vereda de La Guindalera y está próximo al Canalillo». Al año siguiente, es decir, en 1882, ya se habla del «nuevo barrio de La Guindalera» en licencias para hoteles unifamiliares «de recreo», con jardín, palomar, gallinero y un guarda.
En la Guía de Madrid de Fernández de los Ríos, publicada en 1876, se puede leer que «entre los nuevos Pozos de la Nieve y la carretera de Aragón ha surgido recientemente el arrabal de La Guindalera, el primero que ha empezado arreglando los rasantes y alineaciones de sus calles, y construyendo melódica y acertadamente los ángulos de las manzanas, que son por el sistema de tablero de damas que proponía el señor Castro para el ensanche, pero no siguiendo el orden de aquel proyecto, sino tomando por base de la cuadrícula el lado exterior de la explanada del paso del circuito, por aquella parte concluida. Ocupa una magnífica posición y está llamado a unirse a la barriada de la carretera de Aragón».
En 1888 La Guindalera contaba con 762 habitantes y estaban ya adjudicadas las calles de Ardemans, Béjar, Cartagena, Francisco Mejía, Eraso, Pilar de Zaragoza, Agustín Duran, Francisco Santos y Martínez Izquierdo. Es el año del incendio del teatro Variedades de Madrid, y la «ejecución de los reos de La Guindalera». Un año después ocupa la alcaldía don Andrés Mellado.
Durante la visita a esta colonia paseamos por la calle Luis Díaz Cobena hasta salir por la calle Pilar de Zaragoza, a la Avda. de los Toreros. En este punto, vamos deleitarnos con las casitas que están en la acera de la colonia, y aunque debemos retomar más tarde nuestros pasos, subimos por la Avda. de los Toreros hasta su esquina con Cartagena para ver el edificio grande de la foto que os adjuntamos y que parece un caserón de estilo rural de grandes dimensiones.
Desde aquí damos la vuelta como decimos para bajar por Avda. de los Toreros hasta su confluencia con la calle Campanar, donde giramos a la derecha. Avanzamos por esta calle y la primera calle que la cruza es la calle Londres. A nuestra izquierda ya podemos ver las primeras casas de nuestro último objetivo de hoy.
EL MADRID MODERNO.
Los chalés adosados de estilo modernista fueron construidos entre 1890 y 1906, en tres fases y por varios empresarios, maestros de obra y arquitectos, Julián Marín, Mauricio M. Calonge o Valentín Roca, entre otros, con el objetivo de crear una colonia de hotelitos en una zona por entonces alejada del centro de la ciudad. Se la llamó el Madrid Moderno, el barrio más europeo de todos los barrios madrileños.
En el año 1890 el abogado Mariano Santos Pinela propietario de unos terrenos cercanos al enclave de Las Ventas, al este de Madrid, se asoció con el empresario y arquitecto Julián Marín (autor de la Casa de las Bolas) para construir una colonia de pequeños chalés adosados en dicha zona. La idea fue inspirada por el arquitecto Mariano Belmás Estrada, estrecho colaborador de Arturo Soria, con quien compartía la filosofía de la síntesis de clases sociales en barrios caracterizados por la vivienda unifamiliar e higiénica. En 1881 el Ayuntamiento de Madrid paralizó las obras del conjunto llamado Madrid Moderno por no haberse solicitado licencias, y se inició un periodo de litigios y juicios que se alargaría dos años. En el proceso, Santos Pinela aducía que las obras se realizaban dentro de una de sus propiedades, pero el tamaño del proyecto era de tal magnitud que no contó con el consentimiento tácito del Ayuntamiento.
En 1893 Francisco Navacerrada Sánchez abonó las multas, compró lo levantado durante la primera fase y asumió la regularización de los permisos de construcción de los que carecía Santos Pinela, continuando la obra hasta llegar a completar casi un centenar de hotelitos adosados. Las edificaciones y diseños fueron firmados por el maestro de obras Mauricio Martínez Calonge, aunque parece evidente la mano e influencia de Belmás Estrada. Navacerrada añadió una zona de ocio a la colonia denominada Parque Rusia, que completó esta segunda fase finalizada en 1895. No obstante se continuó construyendo chalés en la zona hasta 1930, diseñados por Valentín Roca Carbonell.
Los hotelitos respondían a un modelo que repetía el esquema característico de chalé de dos plantas construido en ladrillo, con un mirador que sobresale de la fachada principal. El estilo modernista lo proporcionaban las columnas de hierro y los forjados a la vista de las fachadas, además de una línea decorativa con detalles neomudéjares
Y para terminar nuestro periplo de hoy, nos dirigimos por la calle Roma hasta el Parque de Eva Duarte de Perón, donde dimos por concluida la ruta.
Como siempre, os dejamos un pequeño croquis y os esperamos en el próximo Pasea tu Ciudad.
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