La semana pasada ya quedamos en volver a realizar en esta sección una ruta un poco más castiza y que hubiera sido realizada por el grupo de Senderismo de los Centros Municipales de Mayores de Chamartín. Teníamos distintas opciones, pero si hemos elegido la Casa de Campo es por que se trata de uno de nuestros emplazamientos madrileños más queridos y que por otra parte más hemos visitado. Y no nos cansamos.
Para ello, hoy vamos a recorrer la Casa de Campo de norte a sur, comenzando en la Estación de Aravaca y finalizando en el Intercambiador de Príncipe Pío.
Salimos de la estación de Aravaca, caminaremos por la calle Rosas de Aravaca en busca de la carretera de Húmera, caminando en paralelo a la vía del tren. En la carretera de Húmera para seguir en paralelo al tren debes callejear un poco, por lo que optamos por pasar al otro lado de la vía del tren, donde hay un gran descampado y ya se divisa al fondo la tapia de la Casa de Campo, aunque justo delante veréis la M-503. Como hicimos la ruta en invierno, al principio de la mañana, cuando apenas comenzamos a caminar, nos pudimos deleitar de las bonitas formas que la escarcha del frío invernal hacia sobre las plantas y hierbas de este descampado.
Al final de este descampado semicongelado vamos a darnos, como decíamos antes, con la carretera M-503. En este punto debemos caminar por la acera para volver al otro lado de la vía del tren de nuevo, donde podremos encontrarnos con un acceso bajo la carretera nos facilita con escaleras incluidas, encontrar la puerta la Casa de Campo conocida popularmente como la puerta del Ferrocarril. En este punto ya habremos entrado en este enclave y comenzaremos nuestra ruta dentro de su tapia.
Desde aquí vamos a ir paralelos de nuevo al tren, hasta llegar a un puente sobre las vías, que más tarde retomaremos, pero en este punto buscamos el camino interior que se interna en el pinar y que nos va a llevar a la famosa Casa de Vacas.
El origen de la Casa de vacas hay que buscarlo en tiempos de Fernando VII cuando se decidió crear en esta propiedad real una explotación ganadera en una zona de pastos y aguas abundantes.
Tras esta breve visita a este singular enclave, retomamos el mismo camino por el que hemos venido en busca del puente sobre el tren. O bien buscamos la pista paralela a las vías que nos dejé en el mismo punto, en el puente sobre las vías del tren.
Seguiremos la pista durante 500 metros y desde aquí comienza una subida suave, pero a la vez muy bonita en busca del Cerro de Garabitas. Para eso, antes de comenzar la suave pero bella ascensión, debemos atravesar otras de las bellezas arquitectónicas de la Casa de Campo. Nos referimos al Puente de la Garrapata.
A finales del siglo XIX, en 1888, se construye este singular puente peatonal sobre el curso del arroyo Antequina en las cercanías de las rejas del cauce fluvial y de su afluente y en el camino de los Robles (que se trazó en aquella época), orientado en sentido norte-sur y en dirección a la importante Casa de Vacas de donde venimos. Originariamente denominado puente de los Tres Robles, pero conocido después de la guerra civil como puente de la Garrapata.
Pasamos esta preciosidad de puente y comenzamos la subida en la que nos van a flanquean durante toda la ascensión, hileras de pinos centenarios a ambos lados del camino. Un kilómetro y medio y poco más arriba coronamos la subida donde confluyen varios caminos y a nuestra izquierda y subiendo un poco más, nos encontraremos con la torre vigía del famoso Cerro Garabitas.
Desde este punto, el más alto de la Casa de Campo vamos a tener unas vistas inigualables hacia el noroeste de la capital, donde la sierra de Guadarrama se asoma sin ningún complejo.
Este lugar fue el escenario de diversas batallas durante la Guerra Civil en la Batalla de Madrid. Este cerro, por ser uno de los puntos más elevados de la Casa de Campo con sus 677 metros de cota, fue lugar de la ubicación de las baterías artilleras del ejército rebelde que desde comienzos del mes de diciembre de 1936 bombardearía Madrid. Durante el periodo de la contienda se intentó lograr esta posición estratégica por parte del ejército de la democrática república con el objeto de detener el bombardeo sobre Madrid, pero el intento fue infructuoso a lo largo del periodo 1936-1939.
Una vez conquistado el techo de la Casa de Campo, se pueden realizar distintas rutas. Podíamos optar por buscar el Estanque del Repartidor y seguir la acequia para ver el puente colorao, atravesando hacia Lago. Pero en esta ocasión optamos por buscar el sentido suroeste, para dirigirnos a otra de las puertas traseras de la Casa de Campo. Nos referimos al Portillo de Los Pinos.
Este portillo es una de las puertas del oeste de la Casa de Campo que nos da acceso directo a Somosaguas. Aquí en este punto, bajo los pinares, hacemos la pausa de medio día en las mesas y bancos que hay muy bien instalados allí, a la que no le falta tampoco la fuente para hidratarnos.
Una vez hecho el descansito y el piscolabis, tomamos la pista que en sentido sur va haciendo un giro hacia el Este, para caminar en paralelo al pinar un poquito más elevados. En esta pista debemos estar atentos para tomar a nuestra derecha otra bien definida que al poco, hace una pronunciada bajada hacia el arroyo de la Zarza. Cuando has llegado abajo, cruza una pista. Ligeramente a la izquierda nos topamos con el Cristo de la Casa de Campo.
Retomamos ya en esta glorieta el camino asfaltado en dirección a Lago y nos encontraremos en primer lugar con una de los pinares más emblemáticos de esta dehesa mixta que es la Casa de Campo. Nos referimos al Pinar de la Siete Hermanas, donde además se cuenta con una fuente del mismo nombre de los años treinta, justo enfrente y en la glorieta. Desde aquí incluso podréis oir los berridos y gritos de los visitantes del Parque de Atracciones que lo tenemos muy cerca.
Este acueducto nos da entrada a la zona peatonal con barrera del Paseo del Embarcadero que nos va a dejar en el Puente del Rey sobre el Manzanares.
El Palacio de los Vargas es una villa de recreo construida en 1519 por orden de Francisco de Vargas y Medina, miembro de una de las familias más poderosas de Madrid en la época.
Históricamente se ha vinculado a la familia real española, que la compró para su disfrute. Precisamente por convertirse en su casa de campo, el parque que lo rodea se llama hoy así, Casa de Campo.
A lo largo de los siglos el Palacio de los Vargas ha experimentado numerosas reformas. Y también ha cambiado de manos, puesto que hoy es propiedad municipal. Incluyendo el jardín contiguo y las llamadas Grutas de Felipe II.
Y es aquí donde ya en el Puente del Rey, en el inicio del nuevo Madrid Río y bajo Príncipe Pío, damos por terminada la ruta de hoy.
Otra vez más, nuestra Casa de Campo nos ha ofrecido una mañana de caminata, charla y conocimiento muy grato. Hasta la próxima.
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